CUASI SECUESTRO SOVIETICO
- unatalanaysupizcad
- Mar 18, 2022
- 4 min read
Updated: Apr 4, 2022
Como últimamente de lo único que se habla es de Rusia, hoy quiero compartirles una historia TRAUMATICA que sufrí en dicho país Soviético. Quiero aclarar que es de mis lugares favoritos, lo he visitado varias veces y todas mis experiencias excepto por esta, han sido maravillosas; no veo la hora de llevar a mi hijo a conocer este maravilloso país.
¡Me acuerdo como si fuera ayer! Era un día en verano en Moscú; me encontraba con mi cómplice de delitos, a la cual vamos a llamar La Flaca.
Después de un largo día de típicos planes de turismo por la ciudad, nos dirigimos a nuestro hotel “muy cansadas” pero con la intensión de vivir la experiencia Rusa a su máximo potencial. Llegamos al bar del hotel y Lucha que era nuestra compañera de cuarto no quiso seguir viviendo la experiencia rusa porque tenía sueño, nosotras si seguimos tomándonos algunos tragos nacionales y yo miraba de vez en cuando al lobby viendo que todavía había sol pues ya nos habían advertido que anochecía bastante tarde. El caso es que la flaca y yo perdimos el hilo del tiempo y también de la cantidad de vodkas que habíamos ingerido. Mientras nos acordábamos de nuestras locuras, dos bizcochos se nos acercaron y empezaron a querer hablar con nosotras. Yo que soy muy reacia dije que no les hablaramos, pero ellos fueron muy insistentes; una cosa llevo a la otra y cuando menos pensé empezamos a tomar con nuestros nuevos amigos “Rusos” que nos contaron que estaban haciendo Motorrad por Rusia. Uno de ellos tenía mi moto favorita y hasta nos invitaron a dar una vuelta por la ciudad. Yo seguía mirando hacia el lobby y puedo jurar que jamás vi anochecer; alrededor de las 4:30am le dije a la flaca que nos teníamos que ir, ya que nos habíamos quedado de vernos con el resto del combo a las 7:00am. No me acuerdo que información le dimos a estos tipos, pero tengo la certeza que por más alcoholizadas que estemos, nunca somos brutas. Precisamente por eso somos compañeras de locuras, ya que hacemos un complemento perfecto y si no me falla la memoria le dimos nombres falsos como siempre.
Llego la hora de irnos y cuando nos despedimos ellos, que nunca supieron que estábamos viajando con más personas, nos insistieron a seguir la fiesta en su cuarto. Como siempre hablándonos con la mirada, la flaca me dio la palabra y yo respondí con el típico -nos encantaría pero tenemos vuelo mañana,- mientras pensaba en la película Hostal, donde secuestraban a turistas y los vendían para que una gente loca los matara. Amablemente nos paramos de la mesa y notamos que nos les gustó mucho el rechazo cuando sentaron a la flaca de un jalón; en ese momento se empezó a empelicular conmigo y una vez más me toco repetirles que no podíamos seguir la fiesta, que no podíamos perder el vuelo, a lo que ellos respondieron: pues nosotros las llevamos. Nosotras con una risita ya de pánico absoluto, nos negamos y empezamos a caminar rapidito hacia el ascensor. Nuestros amigos seguían insistiendo que no nos fuéramos, hicimos caso omiso y cuando voltee a mirar hacia el bar, vi que los manes ya se habían parado también y venían directito hacia nosotras. Yo estaba a punto de salir gritando “secuestradores, secuestradores” pero gracias a Dios no llegaron a tiempo. Rápidamente, hundí varios pisos para que no se dieran cuenta en cual nos habíamos bajado pensando que nos habíamos librado de un CUASI SECUESTRO.
Nos dirigimos a nuestra habitación que sin mentirles quedaba lejísimos. Los pasillos eran interminables, era literal el hotel del terror; mientras caminábamos, yo lo único que hacía era mirar hacia atrás, aun teníamos miedo, pero pensamos que ya “casi” llegábamos. Pero como las historias se tienen que poner mejor, les cuento que cuando pensamos que estábamos fuera del peligro inminente de secuestro, la llave del cuarto no funciono. La tarjeta se había desactivado. No pensamos muy bien, quizás el trago nacional estaba hacido de las suyas y muy campantes volvimos al lobby. Ya estábamos relajadas y hasta riéndonos por ser tan empeliculadas. Supuestamente nos “activaron” la llave y cuando emprendimos nuestro camino, vimos a los secuestradores quienes claramente nos estaban buscando. Les juro que ahí todo el Vodka que habíamos injerido se esfumo… Vimos el peligro ya muy cerca y empezamos a hundir el botón de llamar al ascensor como locas, –aun no entiendo uno porque hace eso, el ascensor no va a llegar más rápido por hacerlo.-
Esta vez nos bajamos en el piso siguiente y usamos las escaleras, estábamos las dos muy nerviosas, pero pensábamos que los habíamos despistado una vez más. Que equivocadas estábamos, estos tipos estaban en nuestro PISO. Los alcanzamos a ver en uno de los pasillos cerca de las escaleras, ellos iban en dirección contraria y nos estaban llamando por nuestros nombres falsos. En ese momento vimos la cosa peluda, nos cogimos de las manos y empezamos a correr como locas. Nunca en mi vida había corrido tan rápido, los pasillos eran tan largos que nos tocaba parar y escondernos detrás de unas puertas gigantes porque les juro que sentíamos que ellos nos alcanzaban. Ya no los veíamos como los dos papasotes aficionados a las motos, sino, como los típicos “Harlistas” de esos que dan miedo. Yo sinceramente perdí la noción del tiempo, solo pensaba en que nos teníamos que salvar. Cuando finalmente llegamos a nuestra habitación, la tarjeta no funcionaba. Era como para sentarse a llorar, ya no era una opción volver al lobby, en ese momento pudimos oír a los tipos que nos seguían llamando, oíamos sus pasos cada vez más cerquita y sin dudarlo ni por un minuto tocamos la puerta como locas. Gracias a Dios Lucha nos abrió. Estábamos muertas del miedo y nos temblaba todo. Lucha bastante confundida nos preguntó que pasaba y le empezamos a contar mientras cerrábamos la puerta sin hacer mucha bulla para perderlos por completo.
Al otro día muertas de miedo, llegamos al lobby para encontrarnos con el resto del combo y vimos que las motos ya no estaban. En ese instante nos dimos cuenta que sobrevivimos a la Maldad Rusa.
Esta es la primera vez que cuento esta experiencia; obviamente, contando con la autorización de la flaca pues al final es su historia también, ya que siempre hemos contado con la discreción de Lucha por muchos años.
Gracias por Leer este caos Soviético.
Una Tal Ana
Quiero aclarar, que todos los Pensamientos e historias son míos.
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